EL DÍA QUE TE LOGRÉ ALCANZAR: MI HISTORIA DE AMOR PLATÓNICO

“ÉL SERÁ MI AMOR PLATÓNICO, MIENTRAS SEAMOS MÁS QUE SOLO CONOCIDOS”

Ésta es mi historia de amor platonico y yo, que aún continúa.

Recuerdo bien como fue el primer día que lo vi. Estaba caminando en la Universidad apresurándome para llegar a tiempo a mi clase, concentrándome en apresurar mis pasos, fijándome por donde estaba caminando y fue cuando en un solo descuido de mis ojos en mirar a mi alrededor lo vi a él a lo lejos. No supe que fue lo que realmente hizo que no le quitara mi mirada encima, ¿será su forma de caminar?, ¿será su sonrisa con frenillos? Sólo sé que mientras lo miraba sentía una extraña sensación: mi corazón latía un poco más rápido y sentía mariposas en mi vientre y unas enormes ganas de conocerlo, de saber de él, saber aunque fuera su nombre.
Los días pasaron y no lo volví a ver en el campus de la Universidad. Trataba de caminar lo más lento que podía esperando que pudiera aunque sea verlo una vez más. Todo lo demás fue rutina, llegar a casa, hacer tarea, leer libros y distraerme un poco en las redes sociales como Facebook. Pero vaya sorpresa me lleve un día cuando en una foto de Facebook vi a un amigo mío junto con aquel chico que me robó la mirada. “¡Dios mío son amigos! ¡Bendito seas Facebook!” Facebook me ayudó en saber el nombre de aquel chico que hizo mi corazón latir fuerte por segundos y, mientras pude ver su rostro por segunda vez aunque fuera por medio de una foto, mis labios sin querer susurraron su nombre: Franco.
Sabía que tenía que acercarme a él de una forma u otra, tenía que encontrar una manera de hablarle, que supiera de mi existencia. Le pedí ayuda a mi amigo Julián de aquella foto para poder conocer a Franco, pero el solo solía decirme “No es tu tipo”. Eso sólo hacía sentirme triste y a la vez preguntarme por qué mi amigo diría eso haciéndome sentir una gran duda.
El tiempo pasó y fui buscando otra ayuda por parte de mis amigos que resultaron conocerlo también. Mi otro amigo Pepe me comentó que él tenía una clase con Franco y que si yo quería él podía presentármelo, ya que en clase ellos dos a veces solían platicar, Pepe me dijo “Salimos a las 2:25pm de esa clase, tu pasa casualmente cerca del salón cuando veas que salgamos y yo saldré con Franco y ahí mismo aprovecho para presentarte con el cuándo me saludes”.
El plan parecía perfecto, solo tendría que esperar un poco retirado del salón y cuando viera que ya van saliendo de aquella clase pasaré “casualmente” y saludaré a mi amigo Pepe cuando él salga con Franco. Y todo se dio bien, yo estaba esperando a que salieran de la clase, y cuando por fin paso vi como mi amigo Pepe salía de la clase este Franco salió con otro amigo y Pepe ni pudo ni siquiera distraerlo ni decirle: “oye, acompáñame a esta parte” para poder yo acercarme y que me lo pudiera presentar. Solo me quede parada ahí viendo como Franco pasaba al lado de mí sin notar mi existencia y yo viéndolo alejarse poco a poco, y mi amigo Pepe solo me sonrió y me dijo: “No te preocupes, ya encontraremos otra forma”.
Un día, Marcelo -otro amigo mío que también conocía a Franco- intentó ayudarme, pero no sé si fue peor que lo hiciera o lo mejor.
Marcelo: Oye, llamas la atención a una amiga mía.
Franco: ¿En serio? ¿Quién?.
Marcelo: Se llama Mariana
Franco: No sé quién sea
Marcelo: ¿Te la presento?

Franco: Como tú quieras
Al saber que mi amigo Marcelo hizo eso me llené de vergüenza con la idea de que Franco supiera que me gusta, pero al menos pude ver algo bueno de ello… Ahora sabe que existo. Puede que no sepa cómo me miró, pero ya sabía mi nombre desde aquel día. Los días siguieron pasando y a la vez sentía que yo nunca tendría le valor de mirarlo a los ojos y mantener una conversación normal ya que el sabría que gusto de él, provocando que perdiera la esperanza de algún día conocerlo.
Una semana después unas amigas tomaron mi celular y en mi cuenta de Facebook agregaron a Franco. Sentía que me quería tirar de un edificio de la vergüenza y más cuando después de 5 minutos que la petición fue enviada el aceptó.
Cuando vi que acepto la petición quería morirme de la felicidad. Tal vez porque pensaba que nunca aceptaría. Y ese mismo día que acepto no sabía si hablarle por medio de Facebook o esperar a que el me hablara pero la desesperación me gano y termine escribiéndole un simple “hola”. Estuve contando los segundos cuando de repente me contestó y desde ahí mis queridos lectores, desde ahí logré alcanzarlo. Llevamos apenas pocos días hablando y al parecer ya quedamos en vernos en el campus de la Universidad muy pronto. Me sorprende su forma de ser ya que es muy amigable conmigo y siempre tenemos algo de que hablar. Por el momento solo trato de demostrarle que me interesa él, que me importa cada cosa mínima que me llegue a escribir.
Tengo fe de que puede y se logre dar algo más que solo amistad, pero por el momento ya no me sentiré invisible ante sus ojos porque ahora ya sabe mi nombre, ya sabe poco de mis pensamientos ahora y ahora solo somos cuestión de tiempo.
Y esta historia aún no se termina, apenas acaba comenzar. Él será aún mi amor platónico, mientras no llegue el día en que seamos más que solo conocidos, más que amigos.